Todos nos quemamos en un momento u otro a lo largo de nuestra vida:
- laboral,
- personal
- y/o financiera.
Si no, no seríamos personas, seríamos auténticas máquinas programadas para vivir. La mente nos juega malas pasadas. A veces, son producto de nuestra imaginación (famosos “Drama Queen/King”), pero otros… son por las circunstancias.
Ahora que me he aficionado a Mindhunters, una serie americana donde agentes del FBI se dedican a estudiar el comportamiento humano a través de entrevistas a asesinos en serie, para analizar patrones y evitar asesinatos en la medida de lo posible… he intentado psicoanalizarme.
¿Cuántas veces ha pagado el plato roto el que no debía?
¿Qué es lo que realmente me ha hecho llegar a ese punto de estrés… antes de explotar?
¿Realmente merecía la pena?
Y, para poder contestarlas, hay que mirar una serie de cosas antes:
Índice
Qué te quema – Factores estresantes
En la serie, muestran cómo situaciones que ocurren en la vida cotidiana pueden afectar al comportamiento, sobre todo si ocurren con carácter continuo.
Dado que dividimos nuestra vida en:
- personal
- laboral
Y, a parte, solemos trabajar por dinero… Los factores que nos estresan y que acaban llevándonos a este tipo de situaciones pueden ser tres:
Trabajo
Se definiría como situación estresante aquella en la que acabas sintiendo que, por mucho que hagas, nunca es suficiente.
No hay reconocimiento, no existe el premio. Sin embargo, sólo ves dos alternativas posibles:
- Abandonar
- Resignarte
Abandonar, dependiendo de tu situación económica, no es posible, ya que tienes que comer todos los días, y puede que dar de comer a otros. Esa sensación de angustia por no poder hacer lo que quieres, y menos aún, decirlo en voz alta, causa frustración y desasosiego a partes iguales.
¿Te resignas entonces?
Dinero
Trabajas deslomándote, pero hay tanto por pagar, y cuesta tanto vivir… Que no llegas a disfrutar lo que ganas.
No hay caprichos. No puede haberlos… Porque si no, puede que no llegues a pagar un recibo ese mes. Tienes la obligación de llevar dinero, pero ningún derecho sobre él.
La vida es injusta, todos te quitan y nadie te da.
Relaciones: familiares, amistad, amor
Cuando pasas tanto tiempo deprimido en el trabajo, agobiado por el dinero y lo pronto que va a esfumarse tal cual entre en tu cuenta… al llegar a casa pueden pasar varias cosas:
- Reclusión en uno mismo – haces tu burbuja, o tu fuerte, levantando muros para que nadie pueda llegar a ti.
- Tristeza – no puedes llegar a controlarlo, y se escapa de tu ser esa desolación, esa incapacidad para cambiar las cosas.
Te has culpado durante tanto tiempo, te has fustigado tanto… que la claridad se aleja cada vez más, sumiéndote en un estado vacío, negro, como si estuvieras en el fondo de un pozo. - Agresividad – te altera todo lo que te rodea, hasta lo más insignificante, y cargas contra tus seres queridos cuando intentan ayudarte.
Punto de inflexión
Cuando pasa esto de forma continua… Tu cerebro se defiende.
Nadie te comprende.
No pueden imaginarse siquiera tu situación.
Estás solo ante todo.
No van a ayudarte.
¿Qué pasa a partir de ahí?
Explotas.
De cualquier forma imaginable:
- Dejas de pagar lo necesario, y gastas más en cosas que no necesitas – total, no te lo va a agradecer nadie
- Te despreocupas en tu trabajo – vas a pasar el día, o incluso empiezas a discutir con los compañeros… convirtiéndote en una persona pasivo-agresiva
- Alejas a tus seres queridos – contestas mal, les ignoras, gritas, te vas de casa hasta calmarte.
Qué ha sido lo que te ha hecho explotar
¿Qué te quema?
¿Qué te quema hasta tal punto que te hace explotar… sin planteártelo siquiera? ¿Merece la pena no pensar?
Ni siquiera te has planteado si ha sido una sola cosa, o un conjunto de todo. Tampoco has pensado si podías llegar a cambiar algo, si estaba en tu mano.
No has hecho nada.
Simplemente, has seguido la corriente, compadeciéndote hasta que, como un perro rabioso, te has revuelto para morder.
Lo único inevitable en esta vida es la muerte.
Todo lo demás, puede cambiarse, total o parcialmente, para adecuarlo a tu propia situación.
Lo triste de explotar… es que pagan justos por pecadores, porque alguien tiene que pagar el plato roto.
En Mindhunter, es la víctima. Una persona muerta.
Sin embargo, en la vida real… al que más destrozas es a ti mismo.
Cómo dejar de sentirte así
Yo me he gangrenado más de una vez como si no hubiera un mañana. He llevado una mala semana y le ha tocado pagarlo a mis seres más queridos. He estado rumiando lo mismo una y otra vez, encenegándome, y reconcomiéndome en la mierda.
Ya no.
¿Y sabes qué? Se vive bastante mejor así. Cuando te estreses, te gangrenes, empieces a despotricar como si estuvieras en el Sálvame… Cambia el chip, y pregúntate:
¿Cuál es tu factor estresante?
¿Cada cuánto se repite?
¿Es ocasional? ¿O continuo?
¿Qué puedes hacer para cambiarlo?
¿Está en tu mano? ¿Dependes de otros?
¿Puedes vivir con ello?
¿Vas a coger la mano de quien quiere ayudarte?
¿Has pensado en contactar con un profesional? ¿O un grupo de apoyo?
Escribe para sacar qué te quema
Lo importante para que deje de estar sólo en tu cabeza, para poder liberar ese espacio tan negativo que aparece en tu mente una y otra vez… es soltarlo.
Cuando no estamos preparados para decírselo al mundo (ocurre la mayoría de las veces), una de las mejores salidas que existen… es la escritura.
Da igual que lo hagas por la mañana, a mediodía, por la noche. No te va a exigir continuidad. Únicamente, cuando te sientas agobiado, o desilusionado, o feliz por una cosa puntual (aunque sea porque te ha tocado el reintegro de la primitiva, ¡qué cojones!), anótalo.
Suéltalo y díselo a quien no te puede contestar. Ni tu papel ni tu boli te van a juzgar, y luego… puedes tirarlo a la basura (o si eres eco, al papel reciclado, sin que te vea nadie).
Habla sobre qué te quema
Puedes hacerlo cuando estés solo, no tienes por qué tener una conversación con nadie (o porque no quieres que te conteste nadie… y no quieres correr el riesgo de que lo hagan).
Algunas de las mejores conversaciones que he tenido han sido conmigo misma.
Incluso después de soltar toda la mierda, todo lo que me quemaba en ese momento y me hacía querer gritar a los cuatro vientos… me miraba al espejo, y me decía a mí misma: “Todo va a salir bien”
Inspírate. Motívate.
Hazlo solo o cuéntaselo a alguien, como más a gusto te encuentres. Ya lo he dicho, a veces no estamos preparados para compartir esos pensamientos.
Ejecuta
Si únicamente lo escribes, o lo hablas, y no haces nada… Vas a seguir en la misma situación siempre.
La explosión seguirá esperando hasta que, como patata caliente, no pueda más.
Define tus factores estresantes, idea un plan para combatirlos, con pequeños (diminutos incluso) pasos que te permitan avanzar.
Lucha. Como si tu vida dependiera de ello.
Porque tú… ¿Qué haces cuando algo te quema hasta querer explotar?