¿Alguna vez has tenido la sensación de creer que iba a pasar algo… y te has autoconvencido que no iba a ser así, para luego darte de bruces con tu primera sensación?
A mí me pasó en 2013, y me acuerdo perfectamente porque casi no me pueden hacer un contrato por eso mismo. Lo jodido es que, cuatro años más tarde, por eso mismo casi no puedo irme a Canarias de vacaciones…
Índice
El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra
En verano de 2013 me caducaba el DNI. Hasta ahí, todo normal.
- Había cita previa para cogerlo
- En Mayo o así le había cogido cita previa a mi madre a dos semanas vista porque le caducaba en 3 semanas
- Lo cierto es que me daba una pereza enorme renovar el DNI…
Y me fié. Me fié como un niño pequeño.
Como si fuera un experto en la relatividad del tiempo, me dije a mí misma: “Voy a apurar para pedirlo, porque así seguro que no me dan a 2 meses vista”
¡Meeeeeeeeeeeeeeeeee! ¡¡Error!!
La pedí a mediados de Junio, y me la dieron para finales de Septiembre. Llevaría el DNI caducado mes y medio.
Confianza
No me importó mucho, aunque estaba en tres procesos de selección a la vez.
Por primera vez, en tres años, me cogí vacaciones. Y, como no, me llamaron en vacaciones de un banco para contratarme. El segundo día de los que me había ido.
De hecho, las primeras tres veces que me llamaron no contesté al teléfono porque sabía que en esa empresa llamaban de un día para otro, y tenía 5 días de vacaciones. Quería esos días de vacaciones como el comer.
Arrepentimiento
Conforme pasaban las horas, empecé a pensar que era una estúpida por no haber cogido la primera, segunda e incluso tercera llamada.
Llevaba tres años trabajando y no tenía derecho a un sólo día de paro. Sabía que podían contratarme con un trabajo estable y me había negado a contestar al teléfono para aprovechar tres días más de vacaciones.
Si contrataban a otro… Tendría muchos días más de vacaciones, pero no remuneradas.
Con la crisis.
Entré en pánico. Tanto esfuerzo para nada, por ser gilipollas.
Sonó el teléfono. Un número extraño, larguísimo. Lo cogí con el corazón en un puño.
Eran ellos.
Vísteme despacio, que tengo prisa
Empezaba en tres días. Lo había negociado con ellos porque avisé que estaba de vacaciones, si no hubiera ido esa misma tarde a firmar para empezar al día siguiente. Me concedían:
Uno para volver. Otro para firmar el contrato. El tercero, a las 8 allí.
Me arrebató las vacaciones, pero ese no era el problema en ese momento. Era el maldito DNI. Estaba caducado, y lo necesitaba en vigor para firmar el contrato.
O no lo habría.
Yo en aquel entonces no tenía coche, y no había autobuses, trenes ni ningún transporte que pudiera llevarme de vuelta a Zaragoza esa misma tarde. Así que, a la mañana siguiente, volví en el primero.
Simulé una cita previa tanto para DNI como para Pasaporte, y como para DNI todavía no me daban, la cogí para Pasaporte para luego inventarme que me había equivocado.
No coló. Me dijeron que si quería que hiciera la fila y que, si había tiempo… lo harían.
El día de volver lo pasé en comisaría y me fui con las manos vacías. Llamé por la tarde a la empresa para contarles el problema, y preguntarles si la firma del contrato la podíamos hacer por la tarde para renovarlo por la mañana.
Me dijeron que sí. Así que el día que firmaba, me presenté a las nueve menos cuarto en la comisaría, porque abrían a las 9.
Cuando el tiempo se ralentiza tanto que se paraliza
Cuatro horas y media más tarde, seguía esperando.
A las dos menos cuarto se quedó un agente libre, y me acerqué para contarle mi problema y ver si lo podía hacer.
“Si te lo empiezo a hacer ahora y se bloquea el sistema, no acabaré a en punto”
Empecé a notar el tic debajo del ojo y los temblores de rabia en mi cuerpo. El día anterior había estado dos horas allí y me había ido de manos vacías, pero ese día llevaba casi cinco horas esperando… y esa persona no podía esperar 5 minutos a irse de su trabajo.
Primero intenté dialogar, pero a la cuarta negativa empecé a ponerme nerviosa. Y a cagarme en todo.
Diez minutos más tarde, a las 13:55, otro agente acabó. Debió escucharme cuando empecé a vociferar que por personas como ella igual no me contrataban, que se hablaba muy pobremente del paro en el país, que los funcionarios no tenían consideración… Y, más que amable, se ofreció a hacerme el DNI.
A las 14:01 salía por la puerta con mi documentación hecha.
Con los años, he sido plenamente consciente que la culpa fue toda mía. Y fue por no prevenir, por decir “Bah, pues ya lo haré”.
Sin embargo, sí que me acuerdo que aquel día pensaba que era una desgraciada y que el mundo estaba en mi contra.
Definición de previsión
La famosa frase de “Nacer con una flor en el culo” no implica que salgan las cosas bien por suerte, azar o fortuna. En la mayoría de los casos, es porque se lo trabajan.
Siempre hay alguna excepción que confirma la regla, aunque también puede ser que no le dé la importancia que se merece a su esfuerzo y trabajo.
Yo, en más de una ocasión, he dicho que había nacido encima de un rosal de espinas, y que si bajaba un poco me pinchaba el culo, pero la mayoría de las veces en las que he sufrido las consecuencias… es porque no me he anticipado, no me lo he trabajado.
No lo he merecido.
Y es que, la RAE define la previsión como:
1. tr. Ver con anticipación.
2. tr. Conocer, conjeturar por algunas señales o indicios lo que ha de suceder.
3. tr. Disponer o preparar medios contra futuras contingencias.
Por qué no somos previsores
A este ciclo interminable de trabajar y pagar se le llama ‘ganarse la vida’. Sin embargo, la gente está tan ocupada ‘ganándose la vida’ que no tienen tiempo para vivir.
Jacob Lund Fisker, Early Retirement Extreme
Nos ahogamos en el tiempo.
Tenemos mucho, pero no sabemos cómo organizarlo para que nos cunda. Para que nos dé tiempo de llegar a todo. Sin llegar a nada a no ser que sea corriendo.
Decir que hay que cambiarlo es algo fácil. Decimos muchas cosas que luego no hacemos, igual que decimos que no vamos a hacer muchas cosas… y luego las hacemos.
Porque no nos queda otra.
Tener el poder para decidir qué hacer, cuándo hacerlo y por qué hacerlo… Nos da un regustillo dulce, exquisito. Sin embargo, para poder tener ese poder, esa fuerza… tenemos que ser previsores.
Muchas veces dicen que no hay que guiar tu vida con las palabras deber, tener que… En este aspecto, no debería ser una opción, porque es para cumplir algo por y para ti.
¿Queremos nuestro propio beneficio? Entonces, no debemos sentarnos a ver cómo se escapa de nuestras manos.
Pasos para empezar a prevenir
Hablar de beneficio puede tener connotaciones muy negativas. Como hemos hablado en otras ocasiones, el beneficio personal, la ambición… implica un sentimiento de aversión por el qué dirán.
De ahí a que hablen de objetivos con intención para hacer algo por el resto del mundo y no solo por tu bien propio.
Yo soy egoísta. Y lo soy porque miro por mí y los que me rodean, sin importar el qué dirán los demás. Principalmente, porque si sólo me centro en los demás… acabaré sin la posibilidad de hacer algo para mí.
Conoce tus límites
Hay un anuncio de Martini de este año que me encanta. Habla del tiempo y de pasar momentos con la gente que aprecias.
El tema de los límites siempre ha sido susceptible a debate. Después de todo, cada vez aparecen nuevos récords sobre lo que ya parecía imposible superar. Por eso, acaban diciendo que los límites está en nuestra mente.
Bueno, yo no estoy de acuerdo. Los límites están en el tiempo. Una persona que sea muy buena haciendo algo, si no tiene tiempo para hacerlo, jamás podrá desarrollarlo.
Tienes que aprender a bloquear tu tiempo. Y eso se consigue con tres pasos.
- Define tu tiempo disponible
- Analiza, de ese tiempo disponible, cuánto querrías usar para esa superación.
- Bloquéalo
Si no lo bloqueas, desaparecerá. Y ese límite va a expandirse todo lo que tú se lo permitas.
Evita ofrecer siempre la mano, o te cogerán el brazo
Un ofrecimiento acaba convirtiéndose en obligación. Define hasta qué punto estás dispuesto a hacer por los demás y por ti.
A partir de ahí, empieza a decir no.
Ejecuta tu plan de acción
He estado en cursos de productividad y planificación, y siempre empiezan con:
- Visión
- Misión
- Meta
- Objetivo
- Proyectos
- Tareas
La visión y la misión son estupendos, son tus motivadores, tus pivotes, la barandilla en la que te apoyas cuando mandarías todo a la mierda. Para apoyarte, resoplar, y levantarte para seguir adelante.
Luego, empieza el batiburrillo entre meta, objetivo, proyectos y tareas. Se mezcla todo y no se define nada bien ninguno, por un error de concepto.
Aquí hemos hablado de metas y objetivos, y yo sigo pensando que la meta es como la visión, pero en el corto plazo, porque somos cortoplacistas. Necesitamos esos resultados rápidos para sentirnos satisfechos.
Por ese motivo, el objetivo se confunde también con la meta. Llámalo como quieras, hazlo o no lo hagas smart, pero tienes que saber lo que persigues, o cuando lo consigas igual no te das cuenta.
Y, para acabar, tenemos los proyectos y tareas, que también se confunden. Las tareas son las ejecuciones, y los proyectos son los resúmenes intermedios de dichas ejecuciones.
El ejemplo más visual es una carrera:
- Visión: Hacer mi primera maratón (esto es ficticio, yo odio correr jajajaja)
- Misión: Fortalecer mi cuerpo para poder acabar la maratón
- Meta: Llegar al final de los 42km y 195 metros
- Objetivo: Correr todos los días a final de tarde durante 2 horas para ganar resistencia y reducir tiempo de carrera.
- Proyecto: Hacer media maratón//10k//5k
- Tarea: Entrenamientos diarios alternos – velocidad vs. resistencia vs. tiempos
Le dan mucha más importancia a la visión, meta y objetivo. Sin embargo, acaban centrándose tanto en el tejado que se olvidan de los cimientos, la estructura y todas las paredes de la casa.
Importa todo.
Qué vamos a conseguir con eso
Anteponernos.
Tener un plan de acción, saber qué pasos hay que seguir… hace que, ante algo inesperado tengamos poder de reacción.
Si volviéramos a mi caso del DNI, que no me pasó una vez… ¡sino dos!
Sin embargo, en la segunda sí que pude anteponerme. Encontrar otra salida.
La dinámica consiste en no bloquearnos, paralizarnos, dejar de tener poder de reacción.
Al final, lo único que queremos es poder continuar, ¿no?
¿Te ha pasado a ti? ¿Una situación que te haya paralizado? ¿Cómo intentarías prevenirlo ahora?