En el cole te explican muy alegremente los elementos necesarios para la comunicación: emisor, receptor, canal y mensaje.
En principio, con estos cuatro elementos debería bastar. Sin embargo, en la vida adulta cometemos muchos errores al comunicarnos. Sobre todo, en el trabajo.
¿Cuántas veces has hecho algo que te han pedido y que, al presentarlo, te han dicho que no era necesario? ¿Cuántas veces han descartado tu propuesta? Sinceramente… acabas sintiéndote como un cero a la izquierda. A mí, al menos, me ha pasado.
A los niños no les pasa eso, interpretan al pie de la letra lo que les dices, y si tienen una duda, lo preguntan. Mi madre siempre me ha contado que una vez la reunió mi profesora de infantil para que viera las respuestas de un examen que había hecho. Los ejercicios eran tipo:
Si en un arbol hay 5 pájaros y se van volando 3, ¿sabrías decir cuántos pájaros quedan en el árbol?
Mi respuesta: Sí.
Yo podía saber el resultado, pero no me pedían que lo especificara. Y, como yo, hay muchas respuesta de este tipo que se hacen virales porque da risa leerlas. ¿Las hacen a mala idea? Basándome en experiencias personales… la mayoría será que no.
Por el contrario, los adultos nos convertimos en agentes de la CIA, intentando encontrar significados ocultos en las frases del resto, sin molestarnos en preguntar si es eso o no, porque podemos ser demasiado tontos si lo hacemos.
Índice
La delegación de trabajo
Todos tenemos jefes. Y los jefes, delegan parte de su trabajo, parcial o totalmente.
Cuando hablo de delegar, es que te ordenen hacer algo porque ellos necesitan su tiempo para hacer otra cosa (o incluso nada, de todo hay en esta vida).
El problema es cuando esa orden… no llega a ser clara. O lo que es lo mismo:
El mensaje falla
Bien por el tono, por las palabras, por lo que te está pidiendo que hagas… La esencia de todo esto es que, lo que tu jefe te pide, en su cabeza suena de una forma distinta a la tuya.
Y esto no sólo ocurre con un jefe, puede ocurrir también con cualquiera: un amigo, padres, pareja, compañero…
Un día que yo iba con el agua al cuello, delegué una parte diciendo «pues si se hiciera esto hoy me vendría de fábula«. Hablaba de posibilidades, pero no implicaba ningún tipo de obligación. De urgencia para el otro. No hizo absolutamente nada. Y yo me cagué en todo.
También me pasó con mi hermano una vez, intentando hacer publicidad subliminal para mi regalo de cumpleaños. Se ve que decir:
- He estado mirando ebooks pero no me convence ninguno
- El kindle de amazon parece ser que por prestaciones es el que mejor se adapta a lo que quiero
- Ahora mismo lo único que necesito es un ebook
- Qué bien estaría tener un ebook para no tener que llevar libros de 1000 páginas en el bolso cuando viajo
- Es la mejor forma de poder combinar varias lecturas y poder llevártelas todas siempre juntas sin que ocupe espacio
Si a mí me dicen, repetidamente, ese tipo de frases… Creo que entiendo que quieren un ebook.
Mi hermano, si lo entendió, quería regalarme otra cosa… principalmente porque pasó de mí como de la mierda.
O bien, yo no supe mandarle.
Distintos tipos de orden
Hay muchas formas de mandar, y dependen mucho del tipo de emisor. Porque no todos los líderes tienen la misma personalidad, ni las mismas formas. No es que un líder sea mejor que otro por eso, pero sí que debemos saberlo para poder preguntar si tenemos duda, y hacerlo bien.
Hazlo como yo digo
Esta es la orden más cómoda. Ejecución y mando.
Debes hacer exactamente lo que te he dicho que hagas, sin desviarte de mis instrucciones. Yo me he encargado de valorar las distintas opciones disponibles, y elijo la que quiero que tú hagas.
Es el más usado en cuerpos militares, y en otros que no tienen nada que ver, como en matemáticas. Por ejemplo, en los sistemas de ecuaciones hay 3 formas distintas de resolverlos. En un examen, cuando aparece un sistema de ecuaciones y te exigen que lo hagas por un método concreto… Si tú no te acuerdas y lo haces por otro, o lo confundes con otro… El profesor te va a poner un cero, aunque esté perfecto.
Y te lo digo porque a mí me ha pasado. Igual que me ha pasado cuando he jugado al Commandos y mandaba a mi boina verde a una misión suicida. Mi agente me decía: «No puedo hacer eso, señor. Voy a morir si hago eso, señor«
Si volvía a repetir la orden, lo ejecutaba. Y mi pobre boina verde tenía razón y lo mataba. Puede que tú pienses opciones alternativas, pero no es eso lo que te ha pedido tu jefe.
Simplemente, eres un ejecutor.
Investiga y reporta
O como me gusta llamarla a mí: haz el trabajo sucio.
Facilitan un tema o área de estudio, sin ser demasiado precisos. Tu misión consiste en investigar sobre dicho tema, ver distintas alternativas y reportar lo que has encontrado. Sin opinión, de forma imparcial. Tu trabajo es únicamente de búsqueda y exposición de los hechos.
Por decirlo de alguna manera, si se tratara de un crimen (ahora que están tan de moda las series policíacas…), tú eres el que hace las fotos al escenario y recaba la información, para luego pasarlo a la científica y que analicen, discutan y tomen la decisión sobre lo que quieren que hagas a continuación para ayudarles.
Básicamente, eres un auxiliar.
Investiga y recomienda
La diferencia entre este y el anterior radica en que te permiten expresar tu opinión. El análisis es más concienzudo, y te permiten establecer las ventajas y desventajas de cada opción, de modo que el cluedo podrías incluso resolverlo tú. Sin embargo, la decisión final no es tuya. Debes esperar aprobación.
El mejor ejemplo en este sector es un asesor. Como su propio nombre indica, el asesor expone las diferentes opciones que tiene el cliente, su trabajo consiste en los riesgos, las amenazas, que puede tener al elegir un camino sobre otro, así como también las ventajas, oportunidades, por hacerlo. Una vez ha expuesto todo, es el cliente (tu jefe) el que va a tomar la decisión.
La responsabilidad no es íntegramente tuya, ya que necesitas la aprobación basada en tu argumento.
Actúas independientemente
Tú tomas la decisión que crees mejor. No es necesario informar, consultar o solicitar aprobación. Tu jefe tiene la suficiente confianza en ti sobre eso, por lo que delega íntegramente esa tarea.
Qué es lo que quiere la empresa
Leyendo este artículo, puedes pensar que únicamente el proactivo es porque se lo han autorizado antes.
Bueno, yo cuando he empezado a trabajar en un sitio, cuando he terminado mis tareas he pedido más, incluso he hecho los trabajos que no quería hacer nadie sin esperar aprobación o reconocimiento por ello… Porque sé que, aunque no me den una palmada en la espalda, lo ven.
No todo el mundo es igual. Por ejemplo, este verano ha empezado a trabajar un chico con nosotros en el almacén. A parte de introvertido al máximo, no es nada proactivo. Es el típico modelo ejecutor: si tú le ordenas, lo hace. Si no, espera hasta que le ordenes algo.
Un día que bajé y lo vi parado, le dije: Si no tienes nada que hacer, comprueba el inventario o ponte a limpiar el almacén, es tu centro de trabajo y tu misión es que todo esté cuadrado y ordenado.
Tenemos un almacén que no le tiene ninguna envidia a un escaparate de revista.
Un jefe siempre va a querer una persona con iniciativa, siempre y cuando no se sienta amenazado. Debes saber ese nivel de riesgo en el que tu jefe puede valorar tu iniciativa (aunque no te lo haya dicho) y asentir con la cabeza o darte un gruñidito de aprobación, vs. verse incómodo por una situación en la que él debe dar la cara pero que no ha hecho él.
El año pasado a mí me cayó una bronca del copón por unos precios que había negociado yo para un proyecto (y que fueron aprobados) en vez de él, que era el que había hecho la relación al principio. Sin embargo, con otros muchos clientes siempre me dice: Lo que consideres
Si dudas, pregunta
No va a hacer daño a nadie, y a ti te va a permitir sentirte más orgulloso cuando hagas algo, y quitarte un peso de encima cuando haces algo e inviertes mucho tiempo en eso… pero tu jefe no quiere que lo hagas.
Yo, cuando hacía exámenes en la carrera, siempre lo dividía de este modo:
- Leía todo el examen para saber cuántas preguntas sabía contestar, y sumaba todos esos puntos. Si con eso aprobaba, me quitaba un peso de encima.
- Si sabía esos 5 puntos, me dedicaba a hacer primero exactamente el aprobado. El tiempo corría y si me centraba en lo que no sabía, podía acabar suspendiendo.
- Una vez tenía asegurado lo que sabía, miraba qué no sabía, y qué podía llegar a saber de eso. Y, para saber que era exactamente eso lo que querían que contestara, preguntaba.
No preguntas si sí o si no, al igual que en un examen te van a contestar que no pueden darte esa información, tu jefe te va a mirar como si fueras gilipollas.
Preguntas con intención, dando una vuelta o con preguntas aleatorias para centrar su respuesta.
Al principio, preguntarás más a menudo, y algunas incluso te saldrán rana. Con el tiempo vas a saber la delgada línea azul que separa tus funciones del de arriba, y cómo leer sus instrucciones.
Porque a ti, ¿te van dando funciones aunque no las pidas? ¿O eres un insaciable?