Cuando empezamos a darle vueltas a la idea de cambiar algo, nuestra cabeza reacciona de dos formas diferentes a la vez:
Por un lado, aparecen lluvias de ideas a toda velocidad sobre cómo se puede llevar a cabo, qué es lo que quiere conseguir, cómo va a sentirse, cuál es el camino más rápido, cuál requiere más esfuerzo, probabilidades de conseguirlo por uno u otro… y un largo etc. Después de todo, tenemos más de 60.000 pensamientos al día.
Sin embargo, por otro lado, empiezan las excusas, la pereza, el miedo a no conseguirlo…
Y lo aplazamos.
No una vez, si no dos, tres, cuatro, cinco veces… hasta que se nos acaba olvidando.
Por eso, recomiendo que eches un vistazo a La regla de los cinco segundos (5 seconds rule en inglés), y cada vez que tu cabeza piense una de estas tres cosas… ¡la apliques!
Una vez más
Vale, de acuerdo. No es exactamente esta frase, pero es el equivalente a:
El último cigarro
El lunes empiezo a hacer deporte
Una madalena más y paro
Por una tableta más de chocolate no va a pasar nada… Venga, la última.
¿Cuántas veces has usado esta frase? ¿Sólo una?
Esas últimas veces, esas… por una vez más no va a pasar nada… En mi caso, personal, han sido una y otra vez. Y, como yo, el caso de muchos.
Si no… puedes ver esta canción que circuló mientras estaba en la Universidad, y que todavía hace que me ría cada vez que la escucho
Lo mejor es decir siempre la verdad, a no ser que seas un estupendo mentiroso
Nietzsche
Bueno, en tu caso… ni siendo un estupendo mentiroso, ni hacerlo hasta creerte tus mentiras deberías hacerlo.
Porque si te mientes, el único que pierde eres tú.
Aprende a decir NO.
Resulta complicado, porque es más fácil seguir haciendo lo que has hecho hasta ahora, pero es que si cedes una vez, lo harás una y otra, y otra vez…
Nunca merece la pena.
No puedo hacerlo
Cuando visualizamos un cambio, por nuestra tendencia personal al drama, el primer pensamiento ante algo grande es un: “Voy a ser incapaz”
Este tipo de pensamientos aparecen, sobretodo, cuando pensamos a lo grande, cuando nos queremos poner manos a la obra. Y eso ocurre, simplemente, porque tendemos quererlo tan rápido que a veces las ideas se agolpan intentando construir la casa por el tejado, en vez de por los cimientos.
Es un cambio.
El cambio implica algo nuevo.
Y, si llevas a cabo algo nuevo, puede suceder algo inesperado… malo.
No es solo que puedas hacerlo mal, que te veas incapaz de conseguirlo, es el hecho del miedo, de lo que tu cabeza se imagina que puede llegar a pasar.
Y déjame decirte… Tener miedo está bien, te hace estar alerta, a pensar en una vía de escape ante una situación de peligro. Te ayuda a reaccionar. Sin embargo, el pánico paraliza, como si fueras un conejo en mitad de una carretera, cuando ve los faros del coche que lo ciegan antes de atropellarlo.
¿Te da pánico experimentar? ¿A probar? ¿Sólo por salir de tu zona de confort? ¿Moverte del sofá quizás?
Pregúntate:
- ¿Qué puede salir mal?
- ¿Qué puede pasar si lo haces?
- ¿Qué te preocupa? ¿Fracasar?
- ¿Que otros no lo acepten?
Otros no quieren cambiar, eres tú el que quiere la mejora en tu vida.
Confía en ti y en tu capacidad de levantarte si te caes y seguir adelante. Ese es el éxito.
Además, igual no te caes… Después de todo, ¿por qué ibas a hacerlo?
Si otros han podido, o pueden ahora, tú también. Y si no lo han intentado, ¿vas a ser igual de cobarde que ellos? ¿Te has planteado que pueden ni siquiera haberlo pensado?
La vida es así
Somos victimistas por naturaleza.
Resulta cómodo, dejarse arrastrar por la corriente para poder quejarse de lo que ocurre alrededor. Sin hacer nada, por supuesto.
Después de todo, la vida es injusta… A ti te ha tocado vivirla de esa manera, y ya no hay nada más que hacer.
Este tipo de pensamientos yo los he tenido más de una vez. De hecho, hubo una vez que una amiga y yo cambiamos la frase de “Nacer con una flor en el culo” a “Nacer encima de un rosal de espinas”.
Sin embargo, en vez de resignarnos, como ya lo teníamos asumido… Currábamos el doble para conseguirlo.
Decir la vida es así porque te sientes frustrado, incompleto, desilusionado… porque crees que podrías tener mucho más, o porque sabes que mereces más de lo que te da la vida… Y no hacer absolutamente nada para cambiarlo…
Es que igual no te mereces tanto.
Lo siento, la vida no es que sea así, es que es muy puta, y a ella le da igual lo que tú quieras haciendo lo mismo de siempre, lo mismo que el resto.
La suerte, al final, es suerte.
Si tu no sueles tener suerte, como la gran mayor parte del mundo… tienes que hacer todo lo que esté en tu mano para conseguir lo que quieres.
Porque lo quieres de verdad.
Y debe darte igual salir de tu zona de confort, equivocarte, caer… Te vas a volver a levantar, porque sabes que lo mereces.
Si nunca has probado una cosa, no puedes saber si te resulta difícil. Si puedes hacerlo. Si te gusta.
¿Cómo saber si tu nuevo estilo de vida te gustaría si ni siquiera lo intentas?