¿Cuántas veces te has levantado por la mañana, has abierto el armario y te has quedado mirando hacia delante… sin ver? Cinco minutos más tarde, acabas soltando un bufido con el típico: “Si es que no tengo nada que ponerme”
¿Te pasa día sí, día también? ¿O sólo en alguna ocasión? ¿Cuál?
Índice
Armario cápsula y frugalidad
Están empezando a poner de moda lo que es un armario cápsula. Un armario minimalista con unas 40 prendas para todo el año, que puedas combinar, asociando el cuantas menos opciones tenga, menos me va a estresar el pensar qué ponerme.
Y se basa en el pensamiento de que todo lo que tengas ahí, es lo que más te gusta.
Hace años, una amiga del máster lo usaba sin saber que existía. Y sólo lo utilizaba con la ropa del trabajo. Por una simple razón: no le gustaba ir vestida así en su día a día.
Por eso, y como en la oficina del banco en el que trabajaba exigían ir de traje, se había comprado: 3 trajes, 5 camisas y 5 pares de zapatos. Los fines de semana lavaba todo y lo planchaba para la semana siguiente.
Hasta que uno de su oficina le preguntó si es que no tenía nada que ponerse.
Todo tiene sus pros y sus contras, y eres tú el que debe valorar qué tiene más peso para tomar una decisión.
Inconvenientes del armario cápsula
Versatilidad – tener pocas opciones limita en muchas ocasiones la forma de vestir y el protocolo a cumplir.
Durabilidad – las prendas requieren una serie de cuidados, y al igual que se estropea más el pelo cuanto más lo lavas y aplicas el calor del secador… más se deteriora la ropa cuanto más la lavas y planchas. Más aún, si utilizas para todo la lavadora por no dedicarle tiempo extra a tu ropa al no tener nada más que ponerte.
Utilidad – hablar de 40 prendas para todo el año, incluyendo los zapatos, me parece estupendo. Pero, ¿para qué quiero que me encante un abrigo de lana con los 43º que alcanzamos en los meses de verano?
Gasto – Si necesitas una prenda que se escapa de tu atuendo diario, y no tienes un fondo de armario consistente, siempre vas a tener que invertir dinero extra para un evento. Además, si se deteriora la ropa antes por el continuo uso que le das, tienes que sustituirla bastante antes…
Ventajas del armario cápsula
Espacio – Ganas espacio disponible, imprescindible en los pisos de hoy en día. No sé si te has fijado, pero cada vez los pisos de obra nueva tienen menos habitaciones, menos metros cuadrados, menos capacidad de almacenaje… y un precio más elevado. Con un armario cápsula, evitas tener que guardar tu ropa en distintos puntos y que se te olvide que la tienes.
Agilidad – Cuantas menos opciones tienes, más fácil es tomar una decisión.
Ahorro – el punto contrario a mi última desventaja (aunque yo, personalmente, no creo 100% esta ventaja). Muchas veces compramos por impulso, y luego no nos lo llegamos a poner porque no nos vemos con él. Al tener un armario cápsula, tu misión es que si compras algo nuevo, tienes que eliminar algo de lo que ya tienes. Cuando vas a hacer una compra, la primera pregunta es: ¿Cuál es la que se va? ¿Se iría alguna? Si la respuesta es no, no lo compras, ahorrando.
El síndrome del maniquí
El problema que tenía mi amiga del máster era muy básico: poca combinación.
Para ella resultaba muy cómodo, no te lo voy a discutir. De hecho, me reía bastante cuando me decía “plancho y ordeno la ropa por cómo me la voy a poner, así cuando abro el armario cojo lo que está más a la derecha, y así hasta que se acaba la semana”
Ganaba infinidad de tiempo, pero parecía exactamente lo que era: no tenía opciones.
Es lo mismo que cuando vas a una tienda y te dedicas a comprar lo que llevan puestos los maniquís, o lo expuesto en el escaparate. Igual que cuando vas a varias bodas en el mismo año con el mismo vestido.
Un hombre lo tiene más fácil: cambia de camisa, corbata y zapatos… Y parece que lleva algo totalmente distinto. Sin embargo, la mujer… debe cambiar de arriba abajo.
¡Vamos a aprovecharnos de lo que hacen los hombres!
Si te fijas en lo que hacen (la mayoría, sin saberlo), ellos tienen una base neutra, sobria. Lo que hacen cambiando la camisa y los accesorios, como una corbata, unos zapatos, tirantes, incluso pajarita o el pañuelo del bolsillo… es captar la atención en un punto concreto.
Pero su base es siempre la misma.
Extrapolándolo a un armario de diario, si compramos todo lo que lleva el maniquí, y únicamente lo combinamos así… entramos en la misma problemática que en las bodas. Sin embargo, con una base neutra, y centrando la atención en un foco concreto… Ganas más, ¡y ahorras todavía más!
Define qué quieres cambiar
Empezar las mañanas con un pensamiento negativo tan simple como no tener nada que ponerse, o que siempre pierdes mucho tiempo con eso… es señal que hay que cambiar algo.
Hace tiempo, leí que una de las mejores formas para ganar tiempo por las mañanas era preparar tu ropa la noche anterior. A mí, que me gusta vestirme por los zapatos que quiero ponerme ese día… No me sirve, jajajaja.
El hecho de no saber qué ponerse puede ser porque:
- Quieres un estilo totalmente diferente
- Te aburre tu ropa
- Siempre te ves igual
- No te ves bien con tu ropa
- Crees que está anticuada
- Te da miedo innovar
- Un largo etcétera…
Esto puedes verlo a simple vista, únicamente abriendo tu armario y echando una ojeada. Aunque no te des cuenta, porque no solemos fijarnos en esas cosas… Cuando miramos una prenda concreta, nuestro cerebro recuerda momentos concretos.
Esa celebración a la que fuiste.
Lo bien que lo pasaste con tus amigos.
La forma en la que te miraron al entrar en la sala.
Una entrevista que pasaste.
Primer día de trabajo.
La excursión que hiciste ese fin de semana…
Asociamos y recordamos en lo más profundo de nuestro cerebro acciones y situaciones con lo que llevábamos puesto.
Por este motivo, a veces, guardamos en el armario prendas que nos llevan a un suceso que nos ha marcado, positiva o negativamente, y no nos lo ponemos porque nos da reparo que pase algo malo… o que se pierda ese recuerdo de algo bueno.
Cómo empezar a cambiarlo
Si no sabes por qué no te pones la ropa que tienes en el armario, acumularás y ocuparás un espacio precioso que podrías usar por otro lado, desperdiciarás tiempo mirando tu armario sin ver nada, dinero eligiendo prendas que luego no te pondrás, y un pensamiento negativo que no vas a eliminar.
Quieres cambiar tu armario, pero te da miedo innovar demasiado y que te miren raro. Combina una prenda básica con una moderna.
Te compraste una camisa a sabiendas que te iba justa, y te dijiste “Así perderé”, pero no has hecho absolutamente nada para poderla estrenar, y no te gusta cómo te queda.
Crees que no sabes combinar y por eso acabas sucumbiendo al síndrome del maniquí. Nadie nace aprendido, y muchas veces los diseñadores fallan. Mira las revistas, métete en Pinterest y busca combinaciones de ropa, las series de televisión y cómo visten los actores en esas series también te darán pistas de cómo quieres tu armario…
Ojea, define qué quieres, y verás cómo, en tu armario, tienes más de una prenda en la que te has quedado embobado. Si te falta la otra parte del conjunto, no tienes que coger el maniquí entero…
Y así, con cualquier “pero” que se te ocurra.
Te reto a que me digas por qué tienes la famosa frase de ¡No tengo nada que ponerme!, e intentaré darte la mejor solución para que desaparezca 🙂