Controlar tu día a día

Soy de la opinión que, para controlar tu día a día… todo empieza y acaba en casa.

¿Porque soy mujer?
No. Porque todo hijo de vecino quiere un sitio donde caerse muerto.

Piénsalo.

Descansas en casa.
Haces la comida en casa.
Guardas tu ropa en casa.
Pasas tiempo con la familia en casa.
Te aseas en casa.
Te reúnes con los tuyos en casa.

Incluso algunos… hasta trabajan desde casa.

Tu casa es tu centro de operaciones

Mira a tu alrededor.
Esto es lo que te pertenece.

¿Te satisface?
¿O te inquieta?

Piénsalo. Es algo importante.

Independientemente del tiempo que pases en casa… ¿Quién no sueña con que su casa sea su oasis particular? ¿Un lugar de calma y relax en estos tiempos complicados?

Te lo pregunto porque, aunque yo hace años pensaba que la casa era un sitio para dormir y poco más… Había veces que me asfixiaba.

Ropa sucia, amontonándose encima de una silla, gritando «Lávame y recógeme«
Cocina intransitable.
Baño siempre hasta las trancas de cosas. (y mierda)
El salón… un sitio caótico, donde apenas cabía un alfiler.

Compartía piso, y había veces que tenía que encerrarme en mi propia habitación para sentir un poco de calma y tranquilidad.

Dicen por ahí que, conforme te haces mayor… los años pasan más rápido

Y tienen razón.

Empiezas a trabajar, y tu tiempo libre se reduce considerablemente.
No sólo por las horas que puedes pasar en tu jornada laboral, sino por todo lo que hay que hacer además de trabajar:

  • Hacer la compra
  • Cocinar
  • Lavar la ropa
  • Quitar el polvo
  • Pasar la mopa
  • Limpiar los cristales
  • Dejar la cocina en condiciones
  • Que del baño no parezca que vas a salir más sucio que cuando entraste
  • Planchar
  • ….

Todo aquello que antes hacía otro… Ahora, te toca a ti.
(Ya no digo nada si tienes hijos…)

Puede que, en un día, parece que no pasan las horas. Que mires el reloj cada tres minutos… y se te agríe la cara porque pensabas que habían pasado un par de horas. O que te levantes pensando que es miércoles, y todavía es martes.

Te acuestas cansado. Te levantas más cansado aún…

Y, de repente, ha pasado la mitad del año.
Como si hubieras hecho un chasquido de dedos, y el tiempo se hubiera esfumado.

La falta de tiempo, uno de los problemas del primer mundo

Puede que pienses que es lo normal, que a todo el mundo le pasa, que la vida es así…
Rápida. Una vorágine de cosas y situaciones, que se suceden una tras otra…

Lo siento.
Yo no veo normal que mi vida se escape entre mis dedos… Y, lo que es peor, ¡que no me dé cuenta!

Por eso, hace años, cuando me cambié de piso compartido a uno sólo para mí… tomé una decisión:

Controlar tu día a día, en vez de que tu día a día te controle a mí

¿Te parece complicado?
¿Lo ves un imposible?
¿O es que ya lo tienes bajo control?

(Si lo tienes bajo control… ¡Enhorabuena!
Cuando quieras, echamos una cerveza para celebrarlo.)

Sin embargo, si lo ves, cuanto menos, fácil… Te recomiendo que sigas leyendo.

#1 – El arte de dominar tu tiempo

Dicen, que para salir de las arenas movedizas… Debemos dejar de movernos. Ya que, cuanto más intentamos escapar de ellas, más nos hundimos.
Eso es fácil de decir, pero difícil de llevar a cabo cuando la muerte nos acecha.

Bueno. Con nuestro día a día ocurre lo mismo.


¿Cómo parar con la cantidad de cosas que tengo que hacer?
¡No tiene ningún sentido!

Lo tiene. De verdad que lo tiene.
Te da perspectiva.

Que nuestra vida parezca la vida de la Cenicienta antes de ir al baile, con una lista de tareas interminables hecha por la madrastra (y que, encima, seamos nosotros mismos nuestra propia madrastra)… No tiene sentido alguno.
Pero es algo en lo que caemos todos. Como moscas.

Para.
Una hora. Dos. Las que hagan falta.
Tómate un café, un té, una cerveza. Dependiendo de qué hora sea. O las fuerzas que te apetezca coger.

Coge papel y boli.
Empieza a planificar.

#2 – El arte de dominar las tareas habituales

Hace años leí un concepto muy curioso.
Se trata, nada más, y nada menos… de la diferencia entre una actividad simple vs una actividad compleja.

Actividad simple – puedes hacerla sin necesitar hacer, absolutamente nada, ni antes ni después. Por ejemplo, pasar la mopa, limpiar los cristales, hacer la cama…

Actividad compleja – lleva una serie de pasos asociados… Tanto antes, como después. Por ejemplo, hacer la colada, mejorar tus finanzas, el batch cooking…

¿Qué es lo que ocurre?
Que no queda igual de bonito decirte a ti mismo «Voy a mejorar mi alimentación y empezar a comer sano«… que «Voy a tener la nevera llena de cosas ricas y listas para cuando las necesite» (o, aún más gráfico… «Voy a tener una casa de revista» a «A Dios pongo por testigo que este año no tendré bolisas por el pasillo como si fueran capitanas«)

Caes en la trampa de una mejora a lo grande,
sin tener en cuenta que primero debes dominar lo pequeño.

Igual, por este preciso motivo, fracasas en tus objetivos. Año a año.
Como el 93% de la población.

Te complicas antes de hora.
Intentando abarcar más de lo que puedes llevar a cabo.

Y, como dice el dicho… Quien mucho abarca, poco aprieta.
Y, quien poco aprieta… acaba estresándose.

#3 – El arte de sentirse productivo

Mira.
A mí me gustan las listas.
Soy fan #1 de ellas. Por un motivo muy simple: me gusta tachar cosas.

Puede que te pase como a mí, que cuando quiero hacer algo muy grande, me abrumo por todo lo que me falta por hacer hasta conseguirlo.
El hecho de tener una lista, minuciosamente desglosada, como si fuera para tontos… te da vitalidad.
Te impulsa.

Porque cuando empiezas a pensar en lo muchísimo que te falta por hacer… cuando tu cabeza empieza a negativizar lo retrasado que vas… Miras esa lista. Y ves 5, 10, 20 cosas tachadas.
Y dices: ¡La madre del cordero! ¡Mira cuantas cosas he hecho!

Y, con el puño en alto, decides seguir. (O echarte una cerveza de celebración – ¿Se nota que me gusta la cerveza? ^^)

Es más, no sólo sientes ese chute de energía, sino que te permite decidir:

  1. -Hacer cosas
  2. -No hacer nada (y no porque no puedas, o no sepas por dónde seguir… sino porque no te da la santa gana)

Además, hay una cosa que te permite ver una lista, y que no sueles tener en cuenta. (Bueno, o yo no lo suelo tener en cuenta)

El tiempo que te cuesta hacer las cosas.
Si antes te decía que eres la Cenicienta y la madrastra… es por esto:

Para controlar tu día a día puedes hacer una lista. Para hacerla productiva... hay que desglosarla por completo.

Dime, por favor… si piensas que estás igual de atareado… Uno de estos tres sábados.

Controlar tu día a día – Beneficios

Salir de trabajar, llegar a casa, y ver que tienes que ir a hacer la compra, preparar la cena, recoger a los niños de casa de tus suegros (con buena cara), bañarlos, y preparar la comida del día siguiente… Día sí, día también… es agotador.

Es decir, ¿quién no va a sentirse agotado si sale a las siete y media de la mañana de casa, vuelve a las seis de la tarde… pero su jornada acaba, realmente, a las diez y media de la noche?
Una vez, una señora me dijo:

Tú te has acostumbrado a esta vida.

Es como si me dijeran que, por ser de Zaragoza, me he acostumbrado al cierzo. Nadie se acostumbra a una sensación térmica 20 grados por debajo de la temperatura que marca el termómetro… porque hace aire.
E igual que pasa con eso… pasa con estos horarios infernales que hemos decidido llevar.

#Beneficio 1 de controlar tu día a día – Redescubres lo importante

El hecho de controlar tu día a día te permite decidir qué es lo más importante que hay que hacer, cuándo hay que hacerlo, y cómo vas a hacerlo.
O, lo que es lo mismo, sabes perfectamente qué es lo que te importa, y lo que no.

Por ejemplo, para mí es importante que, si de repente me encuentro con alguien yendo a casa, y me apetece invitarle a tomar algo… No me de vergüenza ver cómo está mi casa cuando abro la puerta.

Otro ejemplo sería que, si de repente escasean los alimentos porque la gente se vuelve loca comprando ante una pandemia, o una guerra… Yo no me quede sin comer. (Esto lo descubrí cuando nos confinaron a todos, y yo había estado haciendo limpieza del congelador el mes de antes… y tenía una nevera más pobre que la de un universitario en Erasmus.)

Un ejemplo más, y ya paro, porque podría estar así líneas y líneas… Quererme poner algo, y poder hacerlo… en vez de encabronarme porque lleva un mes metido en un armario en un rebullo, sin lavar, sólo porque vino una visita inesperada y lo metí corriendo para que no me vieran las vergüenzas. Y luego, me olvidé.

#Beneficio 2 de controlar tu día a día – Ahorras

Seamos claros por un momento.
Y vamos a pensar con la cabeza sobre los hombros.

No descubro América si te digo que el dinero se gana trabajando.
Ok. Perfecto.

¿Dónde te lo gastas?

No controlar tu día a día, y dejarte llevar… Implica que no tengas ni la más remota idea de lo que haces con tu dinero.
Lleva asociado que tengas que pagar a otros (comida a domicilio, comida preparada, tintorería…) no porque te apetezca, sino porque no te queda otra.
Y, lo peor de todo… es que entras en un círculo vicioso del que cada vez es más difícil salir.

#Beneficio 3 de controlar tu día a día – Ganas tiempo libre

Mi favorito.
Lo anterior es importante, pero… ¿Tiempo libre hoy en día?
Por favor, que baje Dios y lo vea.

#Beneficio 4 de controlar tu día a día – Duermes mejor por las noches

¿Cuántas veces has estado pensando por la noche en lo que tendrías que hacer al día siguiente? ¿Si te iba a dar tiempo? ¿Qué harías si no?
¿Te has despertado alguna mañana antes, sobresaltado, porque pensabas que llegabas tarde a trabajar y no tenías la comida hecha?

Controlar lo controlable despeja la mente, y te permite ganar calidad de sueño.
Despertarse relajado por las mañanas es algo completamente distinto a despertarse sobrecogido por todo lo que nos falta por hacer en las 12-14 horas siguientes.
¿Toda una vida así? No, por favor

#Beneficio 5 de controlar tu día a día – Te alimentas mejor

Una de las respuestas más rápidas de nuestro cuerpo ante la ansiedad es la comida.
Hubo una época en la que yo me negué a comprar dulces en casa porque me ponía tibia.
Empezaba a comer a mitad de tarde… y no paraba hasta que me echaba a la cama.

El problema era que, esa decisión por propia voluntad… me causaba todavía más ansias por comer.

Era como si mi cabeza dijera: ¿Esto también me lo quieres quitar? ¡Dame premio! ¡Compénsame el día!

#Beneficio 6 de controlar tu día a día – Disfrutas más

El hecho de ver los beneficios que vas consiguiendo, te hace disfrutar más el proceso.
No somos caballos que miran al frente porque no tienen opción.
Tener un foco ayuda, pero no es imprescindible.

Puede que pienses que todo lo que he dicho hasta ahora está muy bien, pero…

Cómo conseguir controlar tu día a día

Si decía que la casa es tu centro de operaciones, lo más normal del mundo es que… Sepas qué función tiene cada habitación.
Parece lógico, ¿no?
Tiene un poco de sentido.

Bien.
Contesta a esta pregunta: ¿Estás utilizando cada habitación como se merece?

Me explico.
Mucha gente piensa que, si no tiene una casa modelo, de esas que puedes empezar a hacer fotos para subirlas a Instagram, o a Pinterest… no merece la pena cuidarla como se merece.
Total, no le va a sacar partido.

Sin embargo, permíteme decirte que… esa gente está muy equivocada.
Como persona que ha vivido mucho tiempo de alquiler, en pisos que parecían sacados de la postguerra… Puedo decir que, cuanto menos bonito, cuanto menos cuki… más tenemos que tener entre ceja y ceja qué es lo que verdaderamente importa de esa habitación.

Aquí sí que vamos a tener presente en la cabeza la frase de: Lo que importa es el interior.

Déjame que te lo demuestre:

#1 – La cocina, el corazón del hogar

No sé tú, pero a mí me gusta comer todos los días.
Varias veces al día, de hecho.

Si no lo hago, me pongo de mal humor, mi tripa parece que tiene un monstruo dentro que pide liberarse… y mi mente lo único en lo que piensa es en engullir.
Soy así. Soy feliz comiendo. Me parece uno de los placeres más fáciles de atender de la vida.

¿Dónde puedo satisfacer esa necesidad de mi cuerpo y mi mente?
¿Dónde se guarda todo que me permite calmar mis antojos?
Pues dónde va a ser… ¡En la cocina!

#2 – La habitación, lugar de descanso

Hay gente que hasta la siesta se la echa en la cama, con pijama incluido.
Yo no puedo hacerlo, lo reconozco. Si de normal, las pocas veces que me echo siesta (que suelen ser: viernes, sábado y domingo) tardo casi una hora en apagar el despertador porque voy postponiendo la alarma… imagina lo que pasaría si me echara en la cama.
Igual me tenías como a la Bella Durmiente, incapaz de abrir el ojo porque se había pinchado en el dedo con una rueca.

Eso sí, puede que por esta pequeña diferenciación, de sólo utilizar la habitación y la cama para dormir… haga que, cuando apoyo la cabeza en la almohada, sólo tardo unos 30 segundos en caer en sueño profundo.
Ni estado REM ni sueño ligero.
Como si me pegaran un tiro en la cabeza. A las bravas.

Y es algo… maravilloso.
¿Quieres saber cómo conseguirlo?

#3 – El baño, como si de un spa se tratara

Llegar a casa, desnudarte, e ir a la ducha para darte un baño relajante.
O asearte por las mañanas, arreglarte para coger con fuerzas el día.
Incluso por la noche, con una ligera rutina de 15 minutos para sentir la cara limpia y suave antes de echarte a dormir.

Maravilla.
El baño es la antesala a todo lo demás, tanto para salir puerta afuera, como para quedarte en casa tan relajado como si acabaras de salir de unas aguas termales y te hubieran dado un masaje…

#4 – El salón, centro de reuniones

Cuando empiezas a compartir piso, ya sea en pareja o con más gente porque no te queda otra por temas de pasta… el salón es el lugar de reuniones por excelencia.
No sabría decirte la de veces que he estado, con el portátil sobre las piernas, tirada en el sofá, televisión de fondo… y manteniendo conversaciones con mis compañeras de piso para arreglar el mundo.
(a parte de para echarme la siesta, claro está)

¿Qué es lo importante en un salón?
¿Vale sólo con tener un sofá, una mesa de comedor y una tele?
¿O requiere algo más?

#5 – El cuarto desastre (o incluso ahora, de despacho)

Tendemos a acumular.
Con avaricia, incluso.
Hay muy poca gente minimalista… aunque algunos vayan diciendo que lo son por ahí.
Otros acaban siéndolo, pero porque no tienen suficiente espacio para poder comportarse de otra manera. (Después de todo, cada vez hacen los pisos más pequeños…)

Para mí, un cuarto desastre es muy importante.
Esa habitación donde puedes tender si hace mal tiempo y no quieres tener que ir corriendo porque empieza a llover y has tendido en la calle.
Donde puede dejar la ropa hasta que saques un segundo para plancharla.
Ese lugar en que vas dejando lo que no utilizas, pero que si viene alguien te permite cerrar la puerta y no enseñarlo… sin tener que meter todo en un rebullo en el armario para que no lo vean.

Una habitación que, en caso de necesidad, se puede convertir en un cuarto auxiliar, ya sea para poder trabajar desde casa, si tienes invitados… o, incluso, si tienes un hijo.

De todo lo que he puesto aquí… ¿Qué es lo que cumples?
Si quieres optimizarlo… Te recomiendo, encarecidamente… que te suscribas a mi lista de correos

.
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad